Después de 4 estupendos días en la capital inglesa, vuelvo al teclado para seguir con el viaje que dejé de contar a medias en las maravillosas tierras de Connemara.
Después de más de 8 horas de sueño (no suficientes) y con el estomago lleno después de haber desayunado en la cocina del hostel (no sabía si estaba en Alemania o en Irlanda por la gran cantidad de alemanes que había) nos fuimos al parking a por coche y rumbo al norte con él. De acuerdo con las indicaciones de la amable joven recepcionista, debíamos tomar la N59 dirección Clifden donde pararíamos más tarde para hacernos con provisiones de comida en un remoto Aldi (junto a otro remoto Lidl). Antes de llegar a Clifden, la carretera nos brindó con unas maravillosas vistas de algunos de los cientos de lagos que hay en Connemara y con la suerte de que los tres necesitábamos mear, paramos junto a uno de ellos y nos encontramos con algo maravilloso, el sonido del silencio. Bajando hasta el lago encontramos una casa de pescador con tres muelles donde las vistas eran preciosas. Es imposible deciros el lugar exacto porque lo encontramos de una forma muy random.
Después de Clifden seguimos conduciendo a través de una carretera llamada Skyroad. De hecho la Skyroad tiene varias rutas y en su total debe medir unos 60 km, nosotros tomamos la ruta más famosa, la Lower Skyroad que mide 16 km y nos mostró lo mejor de ella con un tiempo inmejorable y unas vistas hermosas. Al llegar a la cima, encontramos dos alemanas que había venido desde Dublin hasta allí en bicicleta y aún les quedaba ruta, toda una proeza.
Después de abandonar la Skyroad nos dirijimos hacía Letterfrack donde se encuentra el Parque Nacional de Connemara y donde aprovechamos para hacer un picnic junto al camino por el que pasaba la gente con sus perros. Quizás lo mejor de estos viajes es ver como es la verdadera Irlanda, en su estampa más rural, tranquila y relajada. Quizás es por eso por lo que sobretodo a muchos alemanes les gusta Irlanda, por lo desregulada que está y porque a nadie le importa un comino lo que hagas mientras no le toques sus cosas. Caminos llenos de Bed and Breakfast, hoteles rurales, todo está hecho para disfrutar de la naturaleza (en su forma original) y siempre conservando esa esencia rural que rodea a todos los irlandeses y que les encanta mostrar cuando les saludas.
Después del picnic, hicimos un poco de senderismo por una de las rutas que ofrecía el parque, dos rutas (azul y amarilla) de unos 2 km de largo y otra más complicada de 3,5 km que llegaba a la cima de la montaña. Debido a que no ibamos sobrados de tiempo, hicimos la de nivel medio (azul) de la que disfrutamos gratamente.
Después de bajar los tacos que nos hicimos en la montaña, seguimos en coche hacía Maam Cross a través de lagos y montañas, siendo una gozada para el conductor y los pasajeros ir en coche. Una carretera que a punto estaba de sumergirse en el agua, llena de subidas y bajadas y curvas hicieron los 66 kilometros hasta Cong muy amenos.
En Cong (Condado de Mayo) visitamos un antiguo parque de monjes donde solían hacer vida, pescar y un poco de agricultura. La zona no tiene mucho que ver con Connemara pero sin duda, agradezco a la recepcionista que nos hubiera recomendado este lugar, era genial.
Ya de vuelta en Galway, paseo por la ciudad para dar mi valoración sobre ella. Me atrevo a decir que Galway es más bonita que Cork, tiene una fantástico ambiente y un parque enorme en el que correr, jugar o pasear al perro. La calle está llena de pubs tradicionales que se mezclan con los clubs (en ese aspecto parecido a Cork) pero Galway parece ser una ciudad menos industrial. La universidad poco tiene que envidiar a la honorable University College Cork pero si que diré que la nuestra es más bonita y tiene un campus más verde.
Pizza para cenar y ronda de pintas en la Bierhaus mientras jugaba Manchester United - Bayern de Munich dieron el cierre a la noche del martes. Al día siguiente desayuno de nuevo en la cocina del hostel y parada rápida en una cafetería llamada Gourmet Tart Company y tienen diferentes establecimientos distribuidos por la ciudad. Una napolitana de chocolate, crema y almendra para cerrar la visita en Galway y iniciamos el viaje de vuelta a Cork haciendo primero una parada en el aeropuerto de Kerry para dejar al amigo de Benny en él que volaba de vuelta a Alemania. He aquí el motivo del título de la entrada.
Tres fantásticos días seguidos de 4 fantásticos día en Londres, pero eso es otra historia que no os contaré ahora.
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